Cien años de Soledad - Personajes
lunes, 1 de abril de 2019
sábado, 30 de marzo de 2019
José Arcadio Buendía
José Arcadio
Buendía
Esposo
de Úrsula Iguarán con la que tiene a José Arcadio,
Aureliano Buendía y Amaranta Buendía. Es el fundador de Macondo. Ella
tenía miedo de que se casaran pues eran primos y conocía un caso de unos
familiares que tuvieron un hijo con cola de cerdo. En una pelea de gallos,
cuando Prudencio Aguilar se burla por no haber consumado su matrimonio, él le clava
una lanza en el cuello matándolo. El fantasma de Prudencio se empieza a
aparecer en la casa y Úrsula le pone agua en todas partes porque quiere lavarse
la herida. Por este hecho decide irse con otras personas para fundar otra
ciudad a orillas del mar, atravesando la sierra de santa marta, pero al no
encontrar salida por la ciénaga decide fundar la ciudad a las orillas de un rio
después de tener un sueño con una ciudad de cristal. Con la llegada de los
gitanos empieza a obsesionarse con la llegada de los objetos. Con los elementos
de astrología empieza a tener noción espacial y llega a la conclusión de que la
tierra es redonda. Melquiades, un gitano del grupo que se vuelve su amigo,
decide regalarle un laboratorio de alquimia donde empieza a experimentar con el
oro de Úrsula. Se da cuenta que al otro lado del mundo pasan cosas increíbles y
empieza una empresa para abrirse paso con varios hombre por la selva para
buscar conexión con otras partes, pero resulta encontrando un galeón y se da
cuenta que esta vez que no buscaba el mar lo había encontrado.
Cuando
Úrsula va a buscar a José Arcadio que se ha ido
con los gitanos, regresa con más personas, habiendo encontrado lo que en su
empresa él había buscado. Empieza entonces a trazar calles para ordenar el
pueblo. Cuando Úrsula hace llevar la pianola y ve que se toca sola, él lleva un
daguerrotipo que le regaló Melquiades para ver la existencia de Dios. Al
tiempo, el corregidor Apolinar, enviado a Macondo, quiere imponer que se pinten
las casas de azules, asì que lo amenaza y lo tira del pueblo, regresando
después con su familia y seis policías, pero negociando de nuevo para que no
hayan conflictos.
Cuando
Úrsula se lleva a Amaranta para que descanse de Pietro y lo deje con Rebeca, él
sin vigilancia y cuidados de ella se deja arrastrar por su imaginación hacia un
estado de delirio del cual no se volvería a recuperar. El fantasma de Prudencia
Aguilar vuelve a aparecer gracias a la muerte de Melquiades que señala un punto
de muerte en Macondo. Le empieza a preguntar a Aureliano Buendía por el día
pero no le cree al ver que todo es igual, así que dice que todos los días son
lunes. Pietro lo encuentra llorando una vez por la soledad de los muertos. El
viernes de esa semana ningún muerto lo visita. La día siguiente se da cuenta
que sigue siendo lunes y empieza a destruir los aparatos de alquimia, así que lo
atan al castaño del patio entre muchos hombres. Le arman un cobertizo de palma
allí para que la lluvia no lo moje. Pierde de esta manera todo contacto con la realidad.
Úrsula le empieza a hablar de lo que sucede, empezando a decirle mentiras que
ella misma empieza a creerse para consolarse, como el hecho de que el coronel
se fue a la guerra o que Rebeca y José Arcadio se habían casado.
Cuando
Aureliano Buendìa manda una carta donde dice que su padre iba a morir, deciden sacarlo
del castaño y llevarlo a la cama, pero como ven que vuelve por inercia al árbol
deciden amarrarlo de la cama. El único que le visitaba era Prudencia Aguilar. Tenía
un sueño en particular en el que pasaba de cuarto en cuarto, los cuales eran
iguales hasta el infinito, hasta que Prudencia le tocaba el hombro y se
devolvía hasta el cuarto de la realidad. Dos semanas después de estar en cama
Prudencio le toca el hombro en el intermedio de dos cuartos y no vuelve a
despertar. Cataure, hermano de Visitación, vuelve con un sombrero negro y dice
que es para el velorio del rey. Entran al cuarto y lo encuentran muerto. En
Macondo llueven minúsculas flores amarillas que llenan completamente el pueblo.
José Arcadio
José Arcadio
Hijo
mayor de José Arcadio Buendía y Úrsula Iguaràn. Nació durante el éxodo de estos, en
medio de la sierra. Es de carácter voluntarioso como su padre y tiene el mismo
crecimiento físico que este, aunque a los catorce años ya se veía con falta de
imaginación. Siendo adolescente escucha las historias de Melquiades junto a su hermano y aquella escena se quedaría tan
grabada en su memoria que sería transmitida a toda su descendencia. Úrsula una
vez le ve el pene tan grande que piensa que es tan anormal como una cola de
cerdo, así que llama a Pilar Ternera para que lo
examine y a él le queda gustando cuando esta lo manosea. Empieza a frecuentar a
Pilar de noche, a escondidas, y al regresar su
hermano menor, Aureliano Buendía, le está
esperando para que le cuente sus peripecias. Cuando se entera de que Pilar
Ternera va a tener un hijo suyo se asusta así que cuando regresan los gitanos
decide irse con una.
Después
de muchos años regresa muy corpulento y con todo el cuerpo tatuado, hablando la
jerga marinera. Va directamente a saludar a Úrsula y duerme durante tres días. Se va a la tienda de Catarino y se rifa él mismo a
las mujeres del lugar para que tengan sexo con él. Aureliano Buendía, trata
de revivir los momentos de su infancia con su hermano pero ya no recuerda nada
porque tiene muchas cosas de su vida sobre el mar en su memoria. Cuenta que le
había dado la vuelta al mundo sesenta y cinco veces con marineros apátridas,
historias de otros países como cuando estuvo a la deriva en el mar de Japón y
comió carne humana de un compañero muerto. Arcadio,
su hijo, medio contestaba las preguntas que él le hacía sin saber que era su
padre. Rebeca empezaba a sucumbir ante él,
dejando de lado por esta época a Pietro Crespi.
Lo busca una vez en su cuarto y duerme con él, casándose a los tres días sin
preocupación por no ser hermanos de sangre. Úrsula le prohíbe a ambos la entrada de la casa, así que alquilan una frente al
cementerio. Aureliano Buendía se preocupa por el matrimonio comprándoles objetos para la casa hasta que este
se va a la guerra.
Cuando
Arcadio es nombrado jefe civil y militar al irse
el Coronel Aureliano Buendía, Santa Sofía de la piedad,
su pareja, va a tener un hijo suyo. Los únicos que se enteraron de esto fueron
José Arcadio y Rebeca, con los que había entablado relaciones íntimas. Arcadio le dice a su padre que ha sido denunciado por
robar tierras al ir arando poco a poco más allá de su predio, pero lo que hará
no es justicia sino montar una oficina registro de propiedad para que él
legalice los títulos de tierras que tiene.
Cuando el Coronel Aureliano Buendía,
iba a ser fusilado por el pelotón en el cementerio, le salva con una escopeta
diciéndole a los amenazados que una nueva guerra había iniciado en otra parte.
Tiempo después, cuando su hermano vuelve triunfante, se va con Rebeca a la casa
que había sido de su hijo Arcadio. Cuatro amigas Moscote empiezan a ir de nuevo
a la casa para bordar con su esposa y él continua disfrutando de las tierras
robadas legalizadas ya por el gobierno conservador.
Una
tarde, ante la amenaza de tormenta, volvió temprano a casa, saludó a Rebeca en
el comedor, amarró los perros, colgó los conejos en la cocina y fue al dormitorio a cambiarse de
ropa. Rebeca declaró que después de ello
ella se encerró en el baño y no se dio cuenta de nada. Su asesinato tal vez fue
el único misterio que nunca se conoció. Tan pronto se cerró la puerta del
dormitorio sonó pistoletazo. Un hilo de sangre salió de la casa y recorrió
Macondo hasta ir a parar a la cocina donde estaba Úrsula. Ella sigue el rastro
hasta ir a parar donde José Arcadio muerto, sin herida alguna y con la sangre
brotando de un oído. Tuvieron que enterrarlo en un ataúd especial pues el olor
a pólvora se sentía incluso en aquel féretro. Incluso después de que la
compañía bananera cubriera de hormigón su tumba seguía aquel olor.
Coronel Aureliano Buendía
Coronel Aureliano
Buendía
Hijo
de José ArcadioBuendía y Úrsula Iguaràn. Es la primera
persona en nacer en Macondo. Cuando tenía cinco años conoce a Melquiades y recordaría por siempre aquel momento en que le empieza a contar a él y a José Arcadio, historias fabulosas. Cuando
tenía tres años su madre pone bien puesta una olla en la mesa y este da una
premonición de que se va a caer, empezando a rodar y efectivamente cayéndose.
Su madre le contó asustada el fenómeno a su esposo pero este ajeno a lo de la
casa no prestó atención.
Cuando
su hermano empezó a escaparse de noche donde Pilar Ternera, lo esperaba despierto
para que le contara todas sus peripecias, sintiéndose asustado y feliz con las
historias; se empezó a identificar con él y empezaron a sentir incluso el mismo
desprecio por la alquimia y la sabiduría de su padre, hasta que este se escapó
con una gitana y Úrsula va a buscarlo.
Cuando
su madre regresa junto con otras personas y su padre se ocupa de ordenar el
pueblo por los habitantes nuevos, Aureliano Buendía se encierra en el
laboratorio y aprende el arte de la platería. Ya es un preadolescente y se
vuelve misterioso y solitario, así que su padre le da dinero y las llaves para
que salga y consiga alguna mujer pero resulta comprando ácido muriático. Por
este tiempo ya habían mudado de dientes Arcadio y Amaranta y es cuando le dice a su madre, como
premonición, que alguien va a venir, refiriéndose a Rebeca.
En
el tiempo en que volvió Francisco el hombre, un trotamundos de casi doscientos
años que cantaba historias por los pueblos, Aureliano Buendía fue a escucharlo
a la tienda de Catario y entró a medianoche, por culpa de la matrona del lugar,
donde una prostituta con la espalda quemada. Aureliano se sentía indiferente y
terriblemente solo, así que no pudo hacer nada.
Tiempo
después Don Apolinar, un corregidor público, había sido expulsado por José ArcadioBuendía por querer dar órdenes en Macondo. Cuando regresa con su
familia, Aureliano Buendía acompaña a su padre a hablar con él y es donde
conoce a RemediosMoscote, una niña de nueve años cuya imagen queda estorbándole en su
mente. Empieza a buscarla en todo lado, evocándola en su imaginación o pasando
en vano por su casa, pero no la encuentra. Una vez esta se aparece en el
taller; él la llama y le ofrece un pescadito de oro pero la niña asustada sale
corriendo. Enamorado, se fue una vez a tomar con Gerineldo Márquez y Magnifico
Visbal, sus amigos, y después de estar borracho va donde Pilar Ternera con la que se acuesta.
Le confiesa a ella quién es su enamorada y ella se dispone a ayudarle para que
puedan casarse. Ya cuando la niña parece querer, él habla con sus padres los
cuales van a hablar con los Moscote, pero se rehúsan a la boda pues ella aún no
ha menstruado. Mientras tanto le empieza a escribir y a leer a la niña. Pasado
unos meses va Pilar Ternera al taller y le confiesa que está embarazada.
Aureliano Buendía acepta el hijo. Cuando Remedios tiene por fin el periodo
empiezan los preparativos para la boda; todos están felices menos Rebeca por
que no ha podido casarse con Pietro Crespi por el rencor de Amaranta.
Remedios se
hace cargo del hijo de su esposo llamado Aureliano José. Aureliano Buendía y Remedios van
todas las noches a visitar a los Moscote. Ella le había dado la justificación que
le hacía falta para vivir
Cuando
José Arcadio regresa trata de revivir los momentos
de la pero este solo tiene memorias del mar. Aureliano se preocupa por él
cuando se casa con Rebeca comprándole objetos para la casa. La muerte repentina
de Remedios no produjo la conmoción que temía. Fue más bien un sordo
sentimiento de rabia que se volvió frustración solitaria y pasiva. Por la época
de elecciones en que Apolinar quita las papeletas rojas y decomisan los cuchillos
para siempre, Aureliano se indigna, pero no se une al complot de asesinar a la
familia de este.
Visitaba
a José Arcadio y a Rebeca y de noche jugaba dominó con su suegro. Al almuerzo
habla con Arcadio que ya es un adolescente
monumental exaltado con la guerra, prendiendo en la escuela la fiebre liberal,
reprochándole su carácter débil. Cuando el ejército empieza a asesinar
personas, Aureliano Buendía va donde
Gerineldo y le dice que aliste los muchachos para la guerra. Veintiún hombres
menores de treinta años se toman la guarnición por sorpresa y deciden irse para
unirse inmediatamente a las fuerzas de Victorio Medina que estaba por Manaure. Deja
entonces a Arcadio como jefe civil y militar de Macondo. Antes de irse saca a
Apolinar de un armario y le garantiza su seguridad, llamándose desde aquí el
coronel Aureliano Buendía.
Perdió
treinta y dos levantamientos, tuvo diecisiete hijos, escapó a catorce
atentados, a setenta y tres emboscadas y a un pelotón de fusilamiento.
Sobrevive a un veneno en el café que podría matar un caballo. Rechaza una orden
de mérito del presidente. Fue comandante general y el más temido por el
gobierno. Nunca se dejó tomar fotos. Se negó a la pensión y vivió de sus peces
de oro que fabricaba. Cuando lo vuelven a traer para fusilarlo al término de la
guerra, Úrsula le visita y le da ropa y un arma. Le dice que no le suplique a
nadie para salvarlo y que haga como si lo hubiesen fusilado hace tiempo.
A
principios de adolescencia, consiente de sus presagios, pensó que la muerte se le
anunciaría con una señal, pero aún no se manifestaba ni siquiera minutos antes
de ser fusilado. A veces se le anunciaba algo pero de repente, como una ráfaga,
cosa que le salvó varias veces. Antes de ser fusilado José Arcadio con una
escopeta detiene a los seis hombres y le salva, pues una nueva guerra había
empezado. Todos se van pues el general Victoria Medina iba a ser fusilado. Al
llegar ya ha sido asesinado, así que proclaman al coronel como jefe de las
fuerzas revolucionarias del litoral Caribe con el grado de general. Arma
entonces a mil hombres pero todos son exterminados. Por medio del telégrafo se
divulga por todas partes que ha sido asesinado pero días después hay una revuelta
en los llanos del sur. Los dirigentes liberales en el parlamento lo señalan
como un aventurero sin representación del partido, así que el gobierno pone
precio a su cabeza. Establece entonces su cuartel general en Riohacha.
Una
vez le llega un telegrama, poniendoce feliz porque Macondo ya tiene telégrafo;
era una amenaza de que matarían a Gerineldo Márquez pero él amenaza con
asesinar a todos los que tiene del bando contrario. Cuando entra triunfal a
Macondo Gerineldo es el primero en abrazarlo. La casa por la época estaba llena
de niños: Úrsula recogió a Sofía con Remedios, la bella, José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo. El coronel no se ilusionaba con los
triunfos pues sabía el verdadero alcance de ese triunfo, al igual que en el congreso
los liberales mendigaban un puesto. Imaginaba entonces el día en que tuvieran
que tirarse al mar por estar acorralados. Una noche le pide a Pilar Ternera que
le lea las cartas: cuídate la boca es lo único que le dice y días después le
dan un café envenenado. Enfermo se da cuenta que no quemaron sus del pasado
versos y vuelve a escribir. Se da cuenta, confesándole a su Gerineldo, que
pelea es por orgullo. Logra conseguir el dinero de Úrsula para reunirse con los
grupos rebeldes del interior dejando a Gerineldo como jefe civil y militar de
Macondo.
Una
vez le escribe a Úrsula que cuide a su padre pues se va a morir, muriendo
efectivamente a las dos semanas. Regresa una noche a escondidas a Macondo para
llevarse a Gerineldo y Aureliano José a la guerra. Diez días después el gobierno
anuncia el término de la guerra y se da noticias del primer levantamiento
armado del Coronel Aureliano en frontera occidental, siendo derrotado en una
semana, pero sigue tratando de hacer alzamientos. Una vez estuvo cerca de
Macondo pero fue obligado a adentrarse a las montañas y se protegió donde su
padre había encontrado el galeón hace muchos años. Por esa época muere Visitación
y había pedido que desenterraran el dinero bajo la cama para enviárselo a él
pero Úrsula no se atrevió pues decían que el coronel había muerto.
Por
la época en que el capitán Aquiles asesina a Aureliano José, vuelve a tomarse
Macondo con mil hombres. General Moncada, amigo conservador, es captura
intentando escapar; almuerzan en casa de Úrsula a la espera de lo que decidan
hacer los jefes. Úrsula en ese instante siente que el coronel Aureliano Buendía
es un intruso cuando varios hombres registran la casa por seguridad. Deja a
Roque Calcinero a cargo de las reformas y es cuando decide revisar los títulos
de propiedad de las tierras desde hace 100 años y decide anular lo que José
Arcadio había robado. Va y visita a Rebeca para darle la noticia pero es
echado. Úrsula le replica al coronel para que no fusile al general Moncada y lo
defienda ante el consejo de guerra. Ella va con todas las mujeres del pueblo a
defenderlo pero deciden condenarlo y coronel Aureliano no lo defiende. Va
entonces a visitarlo antes del amanecer y le dice “recuerda compadre, que no te
fusilo yo. Te fusila la revolución”. Experimentó entonces un hondo desprecio
por si mismo en ese instante. El general le dice mientras le pasa gafas,
anillo, medalla para que le lleve a su esposa en Manaure, que de tanto odiar
los militares ha quedado igual que ellos, que se volverá el dictador más malo y
sanguinario, siendo capaz de asesinar a Úrsula.
Una
vez Gerineldo le escribe que estaba lloviendo en Macondo pero él responde
agresivo. Dos meses después regresa con tres amantes y las hospeda en la misma
casa. Cuando Gerineldo le dice que necesita instrucciones para la evacuación de
un lugar le responde que le pregunte a la Divina Providencia. Era el momento más
crítico de la guerra, pues los terratenientes liberales y conservadores se
habían unido para que no se revisaran propiedades de los terrenos. El coronel
se satisfacía sexualmente con alguna de las mujeres, pero sabia que su aturdido
corazón estaba condenado para siempre a la incertidumbre. Cuando va a entregar
las cosas del general Moncada, la señora no deja que entre a su casa y aunque
no dice nada siente gran alivio cuando sus hombres se la incendian. “Cuídate el
corazón. Te estás pudriendo vivo”, le decía Gerineldo. Por esta época en una
reunión que él convoca, se destaca como una autoridad tenebrosa un tal Teófilo
Vargas. En pocas horas se apoderó del mando central. Alguien le recomienda al
coronel que aquel hombre debía ser asesinado y al tiempo aparece muerto y
asumiendo el coronel el mando central. Empezó desde aquí a sentir mucho frio
por mucho tiempo y mando a matar a aquel que propuso asesinar al indio.
Extraviado
en la soledad de su poder empezó a perder el rumbo. Sentía falsa a la gente que
lo aclamaba en los pueblos. Pensaba que sus oficiales le mentían. Se cansó del círculo
vicioso de la guerra que siempre lo encontraba en el mismo lugar. No pasaba
nada. Solo, abandonado por los presagios, huyendo del frio, vuelve a Macondo,
al calor de sus recursos más antiguos.
Cuando
va la comisión de su partido a negociar, demora mucho para hablar con ellos, y
estos lo que querían en primer lugar era que no se hiciera la revisión de los
títulos de propiedad de tierra para recuperar el apoyo de terratenientes
liberales, y que, en segundo lugar, se renunciara a la lucha contra la
influencia clerical para obtener el respaldo católicos, y por ultimo renunciar
a aspirar igualdad de derechos entre los hijos naturales y los legítimos para
preservar integridad de los hogares. “Quiere decir que solo estamos luchando
por el poder”, dijo sonriendo. Uno de sus asesores dice que es contrasentido esto
que se propone pero el coronel lo detiene. Firma, pues lo importante es que se está
luchando por el poder, irónicamente. Gerineldo le dice que eso le parece una
traición, así que el coronel le pide las armas y lo deja a cargo de la comisión
que lo sentencia a muerte. Úrsula le dice que apenas vea el cadáver de
Gerineldo ella misma lo busca y lo asesina. Se pasa esa noche rompiendo el
caparazón de su soledad y recuerda que las únicas veces de felicidad después de
que conoció el hielo fue las que estuvo en el laboratorio haciendo pescaditos
de oro. Tuvieron que pasar treinta y dos guerras y escapar de la muerte varias
veces para descubrir cuarenta años después los privilegios de la simplicidad.
Libera entonces a Gerineldo y le dice que lo acompañe a acabar la guerra.
Necesitó un año para que el gobierno promoviera las condiciones de paz y otro año
para convencer de que aceptaran. Nunca fue más guerrero ni se sintió mejor que en
esta época, pues ahora luchaba por sus ideales de libertad.
Vuelve
a su casa después del armisticio y no reconoce a Amaranta que le muestra la
venda que recuerda de la vez que le iban a fusilar “que horror, como se pasa el
tiempo”. Sin embargo, pensando Úrsula que él envejecería en casa, vio que ya
había pagado la cuota a la muerte incluso de envejecer. El coronel no reconocía
el cambio de toda la casa. Permaneció toda la tarde en el corredor sin botas viendo
llover. Piensa Úrsula, viéndolo extraño, que si no era la guerra era la muerte,
como un presagio, así que al comer le dice que si se va a ir que por lo menos
trate de recordarlos como esa noche. Ahí se da cuenta que ella es la única que
ha podido desentrañar su miseria, pero no siente nada por ella al ver lo mucho
que ha cambiado desde el incidente de la olla. Al único que recuerda a pesar de
la guerra es a José Arcadio, pues su unión era a través de la complicidad.
Empezó
a enterrar armas y a regalar todo lo impersonal menos el daguerrotipo de
Remedios que Úrsula no dejó. Cuando el médico personal le cura golondrinos,
días después le pide que le diga donde estaba el corazón y se lo marca. El
martes del armisticio está de cumpleaños;
se va sin afeitar, más atormentado por el dolor de los golondrinos que
por “el inmenso fracaso de sus sueños”, pues había llegado al término de toda
esperanza. Despues de firmar el tratado de Nerlandia, va a su campamento y a
las tres y cuarto se dispara en el punto que le señaló el doctor en el corazón,
pero no muere.
La
gente vuelve a decirle que proclame otra guerra y él espera una excusa para
ello, la cual es que el gobierno no reconocerá la pensión a los combatientes
hasta que se revisen uno por uno. Envía una carta para que solucionen esto en
quince días pero entonces refuerzan su casa y la de otros con el ejército. Varios
contrincantes por la época ya estaban muertos, o expatriados, o trabajando en el
gobierno. En diciembre abandona el cuarto y le basta una mirada al corredor
para no volver a pensar en la guerra, pues Úrsula había remodelado la casa.
Cuando
el coronel Aureliano Buendía vuelve a abrir el taller seducido por los encantos
pacíficos de la vejez, Aureliano Segundo quiere seguir allí con él pero el
recuerdo de Petra lo hace irse por la época en que ella vende conejos. Cuando Remedios,
la bella, es coronada reina, Aureliano se desentiende de la realidad nacional y
se dedica de lleno a los peces de oro. Vendía uno por moneda y las transformaba
de nuevo en peces. En ese trabajo tan ocupado no había vacío para la desilusión
de la guerra. Envejeció por esto más que todos los años de guerra pero ahora
tenía tranquilidad espiritual: “el secreto de la vejez no es otra cosa que un
pacto honrado con la soledad”. El
gobierno, en el tiempo en que nace Renata Remedios, decide celebrar el aniversario
por el tratado de Neerlandia, pero Aureliano se pronuncia en contra y la casa
se llena de viejos abogados que antes estuvieron en la guerra. Inclusive el
propio presidente iría a Macondo para imponer orden de mérito, pero les dijo
que lo dejarán en paz, que solo era un artesano sin recuerdo con ganas de morir
en el olvido y la miseria con sus peces de oro. Amenaza al presidente con un
tiro por molestar un viejo que no hace daño a nadie. Gerineldo aparece entonces
cargado en una base de colchones por cuatro hombres y se da cuenta a qué va, así
que le dice que lamentaba no haber dejado que lo fusilaran pues le habría hecho
favor. Dicha celebración coincide con el
carnaval. Úrsula toca entonces la puerta y están sus 17
hijos que llegaron del litoral sin conocerse y sin previo acuerdo, solo por el
ruido. Estos se quedan por tres día y antes de irse les regala de a pescado de
oro.
Tuvo
el presentimiento de que algo malo le pasaría a sus hijos cuando vio al gringo
en un convertible y que la gente había cambiado, que ya no era la gente de la
guerra. Los funcionarios locales fueron sustituidos por forasteros y se van a
vivir con los gringos. Lo atormenta entonces la idea de no haber continuado la
guerra. Por esos días un “policía” mata a machetazos a un niño y decapita a su
padre, así que el coronel grita que armará a sus muchachos y acabará con los
gringos. Por esto, empiezan a matar a sus 17 hijos buscándolos por el litoral.
Solo logra escapar Aureliano Amador. Sentía una rabia seca, una impotencia. Deja entonces de fabricar pescados, come poco
y mastica una cólera sorda. Vuelve entonces su furia de joven. Se vuelve tan
insensible que no reconoce ni a su padre una vez que Úrsula llora a sus
rodillas en el árbol y que le manda a decir que pronto morirá. “Uno no se muere
cuando debe, sino cuando puede”.
Aureliano
Buendía empieza a codiciar las monedas de oro del santo partido pero Ursula se
niega rotundamente a dárselas. Es tanto el dinero que desea que hasta Aureliano
Segundo queda perplejo. Los viejos copartidarios se esconden de él cuando va a
buscarlos. “La única diferencia entre liberales y conservadores es que unos van
a misa de cinco y los otros a la de ocho”.
Sin embargo, pidiendo allí y acá en ocho meses tiene más que Úrsula. Visita
entonces a Gerineldo, ya enfermo, que posiblemente el único que podría mover los
hilos revolucionarios de nuevo, pero este simplemente se niega y le parece que
Aureliano Buendía ha envejecido demasiado. Después del tratado, Gerineldo quedó luchando
por la pensión, y algo peor que la guerra de veinte años era la espera eterna
por esta.
Por
la época en que preparaba a José Arcadio para el seminario, Úrsula hizo una recapitulación
de todo desde la fundación de Macondo, y se dio cuenta que Aureliano Buendía no
había querido nunca a nadie, ni siquiera a Remedios, y que su guerra no fue por
ideales sino por soberbia. Era simplemente un incapacitado para el amor. Cuando
dio un llanto en el vientre de Úrsula, ella recordó que José Arcadio Buendía
dijo que sería ventrílocuo, pero se dio cuenta que era una señal de la
incapacidad para el amor. Desde que
Gerineldo rechazó volver a hacer la guerra, él no salió de laboratorio. Solo le
visita el peluquero. Sigue haciendo pescaditos de oro pero ya no los vende.
Hizo una hoguera con las muñecas que eran de Remedios.
Una
mañana, 11 de octubre, se le vuelve a ver en casa y va por un café. Sofía le
pregunta qué día es; martes, 11 de octubre. Recuerda entonces a una mujer de
hace muchísimo tiempo que había preguntado lo mismo ese mismo día. A pesar de dicha
evocación, no tuvo conciencia de hasta qué punto los presagios lo habían abandonado.
Cuando completaba veinticinco pescados de oro los volvía a fundir y empezaba de
nuevo. Se acostó después a dormir en la hamaca después de comer. Soñó aquel día
que estaba en una casa vacía y blanca, que era el primero en entrar allí, y
recuerda que ya había soñado varias veces eso pero solo era posible recordarlo dentro
del sueño. Lo despierta entonces el peluquero pero le dice que vuelva el
viernes. Recordó que era martes y que José Arcadio Segundo no iría porque era la
paga en la fábrica bananera. Recordó por esto a Gerineldo y que le había
prometido hace mucho encontrarle un caballo con una estrella blanca en la cabeza.
Después derivo en episodios desordenados sin clasificarlos pues había aprendido
a pensar en frio para que los recuerdos ineludibles no le lastimaran un
sentimiento. A las cuatro y diez iba a
orinar al árbol cuando escuchó sonidos de circo. Por primera vez desde su juventud pisó conscientemente
una trampa de la nostalgia y revivió la prodigiosa tarde de gitanos en que su
padre lo llevó a conocer el hielo. Sofía salió y él también aplazando la
orinada y vio un elefante con un mujer encima vestida de oro, un dromedario
triste, un oso vestido de holandesa y los payasos al final, después le vio otra
vez la cara a su soledad. Fue entonces al castaño pensando en el circo mientras
atinaba, y trato de seguir pensando en el circo pero no encontró el recuerdo.
Se quedó como un pollito con la cabeza entre los hombros y la frente pegada al
árbol, muerto.
Amaranta
Amaranta
Hija de José Arcadio Buendía y Úrsula. Cuando es
pequeña se la dejan encargada junto a Arcadio a
Visitación, llegando a hablar lengua guajira. En la adolescencia se enamora
como Rebeca de Pietro Crespi y cuando se entera
de que ella se va a casar con él dice que la única forma será pasando sobre su
cadáver. Úrsula se la lleva un tiempo a otro lugar para tranquilizar el
conflicto mientras la pareja se conoce. Trata de arruinar una vez el vestido de
boda quitándole la naftalina pero Rebeca se da cuenta a tiempo de que el
vestido está carcomido y le hacen otro. Piensa en interrumpir boda de Rebeca así
sea matándola, y pide a Dios que pase algo extraordinario para no tener que
envenenarla. Cuando Remedios muere, Amaranta se
siente culpable.
Amaranta
se hace cargo de Aureliano José como un hijo que
iba a compartir su soledad. Despues de que Rebeca se casa con José Arcadio, Pietro Crespi sigue yendo a casa y empieza a intimar
con Amaranta, pero finalmente, cuando le dice que se casen, le rechaza y le
dice que si la quiere no vuelva nunca más a casa. Cuando Pietro se suicida,
Úrsula la abandona incluso cuando una vez mete la mano al fuego como una cura
para el remordimiento. Con yemas de huevo empieza a curar su mano e inclusive
las cicatrices del corazón.
Cuando
traen presos al Coronel y a Gerineldo, ella visita a este y él le dice que
cuando salga se casarán (muchos años antes en la juventud él ya había confesado
su amor pero ella estaba atraída por Pietro). En su regreso, el coronel lo deja
como jefe civil y militar de Macondo. Amaranta lo espera en los almuerzos y
finalmente cuando le pide matrimonio ella lo rechaza. Al tiempo empieza a
gustarse con Aureliano José, pero una vez que Úrsula casi los ve besándose sin
sospechas en el granero decide acabar con todo. Cuando la guerra va mal, el
coronel Aureliano Buendía va a escondida a Macondo y se lleva a Gerineldo y a
Aureliano José. Este regresa, por la
época en que Aureliano segundo y José Arcadio segundo van a la escuela, con la
determinación de casarse con Amaranta, siendo rechazado también. Ella no sabe
por qué pensó de nuevo en Gerineldo y en cómo lo rechazó incluso deseándolo
como hombre de dormitorio. Al volver Gerinedo vuelve a hablar con Amaranta pero
ella sigue rechazándolo, sin herirlo, pues no podida vivir sin él aunque no le
quería. Viendo a Remedios, la bella, la niña que
había criado ya como adolecente, le recuerda a Rebeca y revive su antiguo
rencor, por lo cual la destierra del costurero para no desear a Dios que muera.
Una tarde decide encerrarse a llorar su soledad y le dice a Gerineldo que no
vuelvan a versen más, que ya están muy viejos para ello.
En
el tiempo en que llegan los 17 Aurelianos, ella
los lleva a misa antes de irse y la cruz de ceniza se les queda para siempre a
estos. Cuando Aureliano Triste encuentra a
Rebeca solitaria y vieja en su casa, la única que supo siempre de esto fue
Amaranta, pues absolutamente siempre pensaba en ella. Le contaba incidentes a
Remedios, la bella, cuando pasaban por la casa, para que ella criara el mismo
rencor por Rebeca.
Cuando
Úrsula queda ciega, Amaranta, en la dureza del corazón, se le descubre como la
más tierna mujer, cuyas acciones eran una lucha a muerte entre el amor sin
medidas y una cobardía invencible, triunfando finalmente el miedo irracional
que tuvo siempre en su propio y atormentado corazón. Por la época en que José Arcadio se va y Meme empieza ir al colegio, ella empieza a tejer su mortaja, pues una vez se le
aparece la muerte personificada en una mujer vestida de azul. Desde que lloró
al rechazar Gerineldo no se le volvió a ver llorar. Al que más quiso fue al
Coronel Aureliano Buendía, e hizo los preparativos de su cuerpo cuando murió.
Llegó a la vejez con todas sus nostalgias vivas. A veces le dolía haber dejado
ese reguero de miserias. Así como el Coronel pensaba en la guerra, ella pensaba
en Rebeca pero no pudo esterilizar nunca los recuerdos. Pedía a Dios que se
llevara primero a Rebeca, pues iba a hacer del cadáver algo bello, con la
mortaja y una peluca con los cabellos de los santos, hasta que la muerte la
visita. Tejiendo, se dio cuenta que no había forma de extender aquel trabajo
más allá de la muerte de Rebeca, pero la concentración le proporciono calma y
entendió el circulo de los peces de oro de Aureliano Buendía cuando los armaba
y los volvía a derretir; le dolió no tener antes aquella revelación para evocar
tranquilamente el olor de Pietro y salvar de aquel lugar a Rebeca. Vio en Meme una adolescencia repetida, que debió ser la suya,
pero que igual ya estaba viciada por el rencor. Cuando ya no había nada que
hacer apresura la mortaja. Da la última punzada un 5 de febrero. Muere al
atardecer enviando cartas llevados por gente del pueblo a los muertos para
remediar la vida de mezquindad con un último favor mundo.
Rebeca
Rebeca
Aureliano Buendía,
adolescente, le dice a Úrsula como premonición que alguien va a venir y a los
días llega Rebeca, una niña con un baúl con ropa, un talego y un mecedor con
flores pintadas. Es enviada con los restos de sus padres para ser cuidada por
encargo de una carta, pero en casa no recuerdan haber conocido a su familia. No
suele comer más que tierra y chupar dedo en el mecedor. Parece sordomuda pero
resulta entendiendo a los indígenas. Es ella la que trae consigo la peste del
insomnio a la casa y pasada a Macondo a través de los dulces que Úrsula hacía. Con
remedios Úrsula trata de quitarle el vicio de que coma tierra.
En
la adolescencia es considerada como la más bella del pueblo. Úrsula decide
agrandar y decorar la casa con sus ahorros al ver a las dos niñas ya
adolescente. Manda a traer una pianola para hacer un baile, la cual es enviada
con Pietro Crespi para ser armada. Cuando Pietro Crespi compone la pianola (después de que José
Arcadio Buendía la desarmara el día antes del baile) y se va, ella llora mucho
en su cuarto. Aunque era jovial en realidad era de carácter solitario y un
corazón impenetrable. Por la partida de Pietro, empieza a comer tierra de
nuevo. Amparo Moscote una vez va a visitar la casa y le lleva una carta a
escondidas de Amaranta. Empezó a esperar las cartas cada quince días pero una
vez que la carta se retrasó ella empezó a comer tierra compulsivamente y Ursula
encontró forzando el baúl las 16 cartas. Aureliano Buendía, que junto a ella escuchaba la pianola por estar enamorado de Remedios, es el único que comprende tal desolación.
Después que Amaranta le “amenaza” diciendo que
no permitirá que se case con Pietro, va donde PilarTernera y esta le dice que no será feliz mientras sus padres no estén
sepultado, desconociendo ambas qué puede significar ello. José Arcadio Buendía,
al enterarse de esto, decide buscar los restos y enterrarlos. Rebeca se siente
infeliz en la fiesta de boda de Aureliano Buendía y Remedios pues es su fiesta
frustrada ya que Pietro recibió carta falsa de muerte de su madre. Después de
que se va a casar la muerte repentina de Remedios obliga a posponer la boda, pero
todo se torna de tal forma que parece un noviazgo eterno y se olvida a la
pareja. Por esto vuelve a comer tierra.
Cuando
José Arcadio regresa después de tantos años, se
acuesta con él y se casan a los días. Úrsula les prohíbe a ambos volver a casa
asì que se van a vivir cerca al cementerio. AurelianoBuendía se preocupa por los casados comprándoles objetos para la casa
hasta que se va a la guerra. Antes de ser fusilado Arcadio
cuando Macondo es tomado por los conservadores, gira la cabeza y lo ve frente
al pelotón, despidiéndose de este con la mano. Cuando José Arcadio es asesinado
misteriosamente en su habitación, se encierra en la casa. Después de mucho
tiempo cuando coronel Aureliano Buendía se toma
Macondo y anula las tierras que Arcadio le había dado a José Arcadio, él la
visita para decirle y la encuentra allí encerrada en casa, en su soledad,
evocando recuerdos. Muchos años después, cuando Úrsula está anciana y ciega, se
da cuenta que Rebeca fue la del corazón impaciente, la única que tuvo la valentía
sin frenos que ella siempre deseó para su estirpe; “Que injustos hemos sido
contigo”, dice. El mismo año que muere Úrsula, ella muere. La encuentran en
cama encorvada chupando dedo. Aureliano segundo
se hace cargo de su entierro.
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