Santa Sofía de la
Piedad
Pareja
de Arcadio. Se acuesta con él una noche que
Pilar Ternera le paga para engañarlo y evitar acostarse con él. Cuando Arcadio
es nombrado jefe civil y militar de Macondo tienen una hija, Remedios, y al inicio solo se entera José Arcadio y Rebeca. Es llevada a casa con su hija
por Ursula cuando se entera de ellas. Tiempo después tienen a los gemelos José
Arcadio Segundo y Aureliano Segundo. Cuando llegan los forasteros con la
llegada del tren, Úrsula manda a hacer de toda clase de comida. Cuida a su hijo
José Arcadio Segundo cuando este se encierra en el cuarto de Melquiades después
de la masacre de las bananeras.
Para
Santa Sofía, después de los años, la reducción de la gente en la casa (Solo
quedaba Aureliano y Fernanda) fue un descanso a más de medio siglo de trabajo.
Nunca se le escuchó queja alguna y sembró en la familia los gérmenes angélicos
de Remedios, la bella, y la misteriosa solemnidad de José Arcadio Segundo.
Consagró una vida de soledad y silencio a la crianza de unos niños que apenas
si recordaban que eran nietos e hijos. Se ocupó inclusive de Aureliano como si ella misma lo hubiera parido sin
saber que era la bisabuela. Petra Cotes fue la
única que se acordó de ella en cuanto a ropa o cosas por el estilo. Fernanda la vio, más que una suegra, como una
sirvienta.
Después
de la muerte de Úrsula su capacidad de trabajo se redujo, más que todo porque
la casa ya se estaba poniéndose senil.
Empezó a luchar contra la maleza y las hormigas rojas en vano. No pudo
tampoco con el cuarto de Melquiades, así que una vez empaca sus cosas, se pone
un traje dominical y decide irse. “me rindo. Esto es mucha casa para mis pobres
huesos”, dice. Aureliano le da catorce pescados
de oro pues ella no tenía mucho dinero. Dice que se iría donde una prima
hermana a Riohacha pero era extraño porque nunca se supo que ella tuviera
familiar alguno. Se va arrastrando los pies y arqueada por los años. Después de
esto no se vuelve a saber de ella.
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