Aureliano Babilonia
Hijo de Meme y
Mauricio Babilonia. Es entregado en una canasta a Fernanda poco antes de
la masacre de las bananeras. Todos desconocen sus raíces, exceptuando la monja
que lo llevó, Fernanda y Aureliano Segundo.
Contemporáneo de Amaranta Úrsula la cual es
enviada años después al colegio privado pero él se queda en casa descubriendo
el mundo con sus abuelas. Amaranta Ursula y Aureliano recordarían la época del diluvio
como algo feliz. Juntos descuartizaban lagartos, saltaban en el patio y tomaron
a Úrsula como una muñeca decrepita; le pintaban la cara y una vez casi le sacan
los ojos con unas tijeras.
Una vez lo encuentra Úrsula en el
cuarto de Meme al que había sido recluido y preguntando ella quien se le responde
que Aureliano Buendía, confundiéndolo ella con coronel, diciéndole entonces que
es hora de que aprenda platería. Desde aquí Úrsula ya no recobra la razón. Él a
medida que crece se vuelve ensimismado, prefiriendo el encierro y la soledad.
Cuando Úrsula hizo abrir la puerta del
cuarto de Melquiades donde estaba José Arcadio Segundo,
empezó a hablar con él durante un tiempo. Una vez José Arcadio Segundo le escuchó
hablar de la masacre cuando alguien en la mesa dijo que el pueblo se hundió en la
miseria porque se había ido la compañía y él contradijo diciendo que Macondo
era prospero hasta que esta llego; que por eludir las cuestiones con los
trabajadores los ingenieros llamaron la lluvia de casi cinco años. Fernanda se convenció
aquí de que heredó los instintos anarquistas de Aureliano Buendía. José Arcadio
segundo era el más lúcido en aquel tiempo; le enseñó a Aureliano a leer y escribir,
lo inició en el estudio de los pergaminos y le inculcó una versión tan personal
de lo que fue la compañía bananera para Macondo, que años después al estar
fuera en el mundo se sorprende de que la historia haya sido contada en los
libros radicalmente diferente.
José Arcadio Segundo y Aureliano
recuerdan la visión atávica de un anciano de espalda a la ventana con un sombrero,
Melquiades. Ambos se dan cuenta al mismo tiempo que en el cuarto siempre es un
lunes de marzo. Comprenden que José Arcadio Buendía no estaba tan loco como
decía la familia y que era el único con bastante lucidez para descubrir que el
tiempo tenía percances y accidentes y que podía astillarse y dejar un cuarto en
una fracción eternizada. José Arcadio Segundo había logrado clasificar las letras
cripticas y Aureliano recuerda que vio algo así en la enciclopedia inglesa que
le mostraba Aureliano Segundo. No salió del
cuarto de Melquiades después de la muerte de José Arcadio segundo. Se aprendió tantas
cosas que llegó a saber más de la época medieval que del presente. Sofía le llevaba café y luego arroz con tajadas que
era lo único que se comía desde muerte Aureliano Segundo. Ningún hijo de
coronel Aureliano Buendía se le pareció más que Aureliano. Como le sucedía a Úrsula
con Aureliano Segundo, pensaba Sofía que Aureliano hablaba solo. Hablaba en
realidad con Melquiades. Después de clasificar el alfabeto de pergaminos él le preguntó
si sabía qué era, a lo que Aureliano responde que Sanscrito. Melquiades dice
que es poco probable que vuelva a aparecérsele pues ya va a una muerte
definitiva. Le dice que en unos años podrá estudiar los pergaminos y que pronto
se cumplirá un siglo para ser descifrados; le dice donde conseguir un libro de
sanscrito, así que consigue dinero de la venta de un pescado de oro que solo Sofía
y él sabían dónde estaba desde el día en
que llegaron soldados buscando a José Arcadio Segundo. Melquiades se va
desvaneciendo y lo último que dice es que ha “muerto de fiebre en los médanos
de Singapur”. El cuarto se empieza a hacer entonces vulnerable a todo.
Cuando Sofía decide irse le da catorce
pescaditos de oro. Fernanda no pude hacer
oficios de la cocina así que él se encarga de ello. Ambos eran los únicos en
casa, pero no compartía Aureliano y Fernanda la soledad, cada uno vivía la
suya. Pasó 3 años desde que Sofía le consiguió el libro de gramática para poder
traducir el primer pliego. Aureliano decide ir entonces por otros libros pero
no sabe cómo pedirle permiso a Fernanda. Se la pasa horas pensando en esto
hasta que una vez se corta cabello que estaba en los hombros, se afeita, se
arregla y la espera en el comedor. La encuentra con aquel atuendo de reina que Aureliano
Segundo había guardado en el baúl. No estaba loca, solo había convertido los atuendos
en una máquina de recordar. Cuando encuentra a Aureliano le niega la salida, y
este, por la costumbre de años, se le marchitó el espíritu rebelde. Encuentra esa
noche en el fuego la comida que le había servido, así que se asoma y la ve
tirada en la cama con cara de marfil, muerta.
Cuatro meses después cuando llega José
Arcadio la encuentra conservada, pues Aureliano había realizado el truco de
prender mercurio para que el cuerpo se conservara. JoséArcadio no dice nada, da un beso en la frente a su madre y lee una carta
donde ella se había desahogado. En la tercera página se detiene y mira a
Aureliano “con que tú eres el bastardo”. Él responde que es Aureliano Buendía.
Le dice que se vaya a su cuarto y Aureliano obedece. Lo único que escucha de José
Arcadio es cómo camina por los dormitorios.
Una vez saca el penúltimo pez de oro y
va a comprar un libro. No le interesa nada del pueblo pues este está solitario, con las calles desiertas
y las casas desoladas. Va a librería y encuentra rápidamente cinco libros de
los que le habló Melquiades. El que lo atiende es un canoso de cabellos
hermosos y ojos azules que se mostraban como si hubiese leído todos los libros.
Le devuelve los libros para que los lleve junto al pez pues considera una
locura leer eso que escogió. José Arcadio se sorprende de que Aureliano sepa inglés
y de Roma; no hablan nada pero aquel acercamiento les permite sobrellevar mejor
sus soledades que a la vez los separan. Se sorprende también de que Aureliano ría,
y de que hasta sea capaz de sentirse mal por la miseria del cuarto de Melquiades.
Este empieza a leer en el corredor y a recibir cartas de Amaranta Úrsula. Una
mañana él y José Arcadio se sorprende por un ruido en la puerta: es Aureliano Amador, ya anciano, con un rostro de miedo.
Ellos no lo reconocen así que no le dejan entrar. Afuera presenciaron cómo dos
policías que le habían seguido por años le disparan dos tiros en la cruz de
ceniza de su frente.
José Arcadio estaba esperando la noticia
de un trasatlántico que saliera para Nápoles. Quería dejarle un negocio a
Aureliano antes de irse. Una mañana mientras flotaba en la alberca, los cuatro
chicos entraron por entre las tejas y lo ahogaron para llevarse el oro que solo
ellos sabían dónde estaba escondido. Aureliano lo extraña al no verlo en la
cocina y lo busca hasta que lo encuentra muerto. Solo allí se dio cuenta de que
estaba empezando a quererlo.
La llegada de Amaranta Úrsula le
afecta. Empieza a recorrer el pueblo más que con asombro con un algo
científico. Examina las casas en ruinas con alambrado roto y oxidado en las
ventanas por los pájaros que entraban durante la ola de calor a morir dentro.
La vieja piscina gringa estaba llena de zapatos cuando visitó el lugar. El
esqueleto de un perro alemán estaba aun amarrado. Un teléfono que sonaba y
sonaba es descolgado por él, respondiendo que la huelga ya pasó a la voz de una
mujer, que fueron más de tres mil y fueron echados todos al mar, que la bananera
se había ido y que desde hacía muchos años no había habido paz. Recorre también
el barrio de la tolerancia donde antes se quemaban billetes. Nadie recuerda a
los Buendía ni siquiera al coronel, a excepción de un viejo negro. Su bisnieta,
nigromante, les cocina. Después de que
muere el viejo, él habla con ella hasta que le hace caer en cuenta que le
espanta la clientela.
Aureliano seguía siendo virgen cuando
Amaranta Úrsula había vuelto. Una vez cuando escucha que hacen el amor Gastón y
Amaranta Úrsula, le pide una moneda y le paga a la negra. Desde ahí se vuelven
Amantes por su “gran poder”, según ella. Ella empezó a hacerse ilusión de amor
hasta que él le confesó su amor por Amaranta Úrsula. Aureliano no es capaz de
leer con las risas de la pareja. Una vez va a librería y encuentra a cuatro
jóvenes hablando sobre el exterminio de las cucarachas en la edad media: se
vuelve amigos de ellos (Álvaro, German, Alfonso y Gabriel). Fueron sus únicos
amigos; sus discusiones que iniciaban en la librería y terminaban en los burdeles
al amanecer fueron para él una revelación. No había pensado hasta el momento
que la literatura fuera el mejor juguete inventado para burlarse de la gente.
Encuentra en el burdelito al que iba la cura para la timidez.
Se sentía más vinculado con Gabriel
desde que habló del coronel Aureliano Buendía y
Gabriel no pensó que fuera una broma. Incluso la dueña burdel dice que fue un
personaje inventado por el gobierno para matar a los liberales. No ponía ello
en duda pues su bisabuelo fue amigo de él, Gerineldo Márquez.
La relación estaba fundada en la complicidad, en hechos reales que nadie creía
y que habían afectado su vida hasta el punto de dejarlos en un mundo acabado
del cual solo quedaba la nostalgia. No había vuelto al cuarto hasta que se dio
cuenta de que el tiempo alcanzaba para hacer de todo. Por esa época Gastón
estaba pendiente de la llegada de la avioneta; Amaranta Úrsula entra una vez al
cuarto y le empieza a preguntar por los pergaminos a lo que él empieza a hablar
del tiempo como algo para descifrar como las letras de papel vistas a través de
una luz. Le agarra una mano y ella un dedo pero de manera inocente. Pensó una
vez que Gastón no era un tonto, que no contradecía a Amaranta Úrsula para que
en algún momento en su desilusión ella misma decidiera empacar sus maletas. Una
vez que Amaranta Úrsula se corta un dedo él va a chupar la sangre de su mano y
es cuando le confiesa su amor. Ella le dice que es un bruto y que se irá a
Bruselas.
Álvaro una vez lleva la noticia a
librería de un burdel zoológico. Al ir, allí está PilarTernera que después de 145 años dejó de contarlos. Reconoció a Aureliano
por el parecido con el coronel. Ella terminó viviendo en un tiempo estático y
de los recuerdos. Aureliano se refugió en la ternura y comprensión de ella.
Aquel burdel era el sitio donde siempre quiso estar mientras estuvo en
cautiverio. Sus amigos están por ahí por el burdel y esto permitió que no le
diera duro cuando Amaranta Úrsula lo rechazó; él empieza a llorar y Pilar le
pregunta que “quien es”. Pilar ríe; una vida entera de leer naipes ya había
permitido conocer a la familia Buendía y saber que todo se repetía. Ella le
dice que no se preocupe, que en cualquier parte que este le está esperando.
Cuando está en su cuarto ella pasa en bata y toalla. Él va hasta el cuarto de
ella y la desnuda forcejeando. Gastón está en un cuarto contiguo escribiendo.
Ella no hace ruido pero se resiste hasta que la lucha poco a poco sede.
El sabio catalán había vendido la
librería y se fue a la aldea donde había nacido. Aureliano ayudaba a Gabriel a
llenar formularios para concursos de viajes a Paris, en casa, donde su sigilosa
novia Mercedes. El pueblo era tan inactivo que cuando se iba a ir a Paris tuvo
que ponerle la mano al tren para que se detuviera. A pesar de la soledad y
abandono de Macondo, Aureliano y Amaranta Úrsula eran los seres más felices de
todos. Gastón se había ido a Bruselas por miedo a que los alemanes propusieran un
mejor negocio. Ellos hacían el amor a escondidas de Gastón cuando este estaba.
Cerraron después de su ida la casa. Empezaron a estar como quiso Remedios, la
bella: desnudos. Solo tenía contacto por el sabio catalán y las noticias de
Gabriel por partes de la boticaria Mercedes. Cuando Pilar murió estaban
esperando un bebé Aureliano y Amaranta Úrsula. Consuela a Amaranta Úrsula
después de que Gastón en las cartas pareciera indiferente hacia ella al
confesarle la relación que tenía con Aureliano. Amaranta Úrsula adoptó la costumbre
de sentarse en el corredor después de almorzar, con Aureliano, mirándose
fijamente. Entonces la preocupación por el futuro los devuelve al pasado, en la
época de lluvia, en los pantanos del patio, matando lagartos para colgárselos a
Úrsula, o enterrarla viva. Amaranta Úrsula recuerda la vez en que entró al
taller de platería y su madre (Fernanda) le dijo que Aureliano no era hijo de
nadie. Empezaron a pensar y llegaron solo a conclusión que no podía ser hijo de
Fernanda. Pensaron que podría serlo de Petra y horrorizado por ser amante de su
hermana va a buscar los registros a la casa cural. La más antigua que encuentra
es la de Amaranta bautizada por la época en que el
padre hacia trucos con chocolate para levita. El párroco pregunta su nombre y
dice que no se preocupe que por la época era normal poner nombre de calles a
los hijos. Aureliano enojado le dice que él (el padre) tampoco cree en las
guerras perdidas del coronel, ni en los tres mil muertos arrojados al mar. El párroco
solo dice que está seguro de que ellos dos existen en ese momento. Amaranta Úrsula
y Aureliano terminan aceptando la versión de la canasta.
Amaranta Úrsula se la pasaba tejiendo
y él escribiendo cartas al catalán hasta que una vez llega una especial y no
quiere leerla porque se da cuenta que no es la letra de él y deduce lo que
puede decir; desde ahí no vuelven a llegar. Solían escuchar ambos a todos los
muertos de la casa. Cuando nace el hijo Amaranta Úrsula ve que es macizo y
voluntarioso como los José Arcadio, con los ojos abiertos y clarividentes de
los Aureliano, predispuesto a empezar la estirpe otra vez desde el principio y
purificada de sus vicios perniciosos y su vocación solitaria, pues era el único
concebido por amor. Amaranta Úrsula muere desangrada en el parto. Desde aquel
momento se dio cuenta lo tanto que añoraba a sus amigos. Fue donde Mercedes
pero allí había ya una carpintería. Lloró en antigua librería lo que no lloró
por el catalán cuando murió por no romper el hechizo de amor. Va y se
emborracha en una taberna y en la plaza es auxiliado por Nigromanta que lo
lleva a la casa. Cuando despierta no ve al niño en la canasta y piensa que
Amaranta Úrsula ha vuelto de la muerte. Va al comedor y ve la olla y todo lo
del parto. Se sienta en la mecedora con el que había llegado Remedios, donde
Amaranta jugaba con Gerineldo a las damas y donde Amaranta Úrsula cocía ropa
niño. Allí no soporto todo el peso abrumador del pasado. Ve entonces al niño
que es llevado por las hormigas rojas pero no hace nada más pues de repente se
le revela el epígrafe de los pergaminos. Nunca fue más lúcido que cuando olvidó
a los muertos y se encerró en el cuarto con tablas como en la época de
Fernanda, pues sabía que en los pergaminos estaba escrito su destino. Los lee
como si estuvieran en castellano. Es la historia de la familia escrita por Melquíades
hasta en sus detalles más triviales con cien años de anticipación. Melquiades
había ordenado los hechos no en los tiempos de los hombres sino un siglo de
episodios cotidianos de modo que coexistieran en un instante. Empieza a leer
todo y se salta hasta la parte donde es concebido entre alacranes y mariposas
amarillas. Se da cuenta que Amaranta Úrsula es su tía y que el pirata Francis
Drake había atacado Riohacha solo para que ellos se buscaran entre los
laberintos más intrincados de la sangre hasta crear el animal mitológico que
daría fin a su estirpe. Se salta páginas para leer justo lo que estaba
viviendo, como si estuviera frente a un espejo. Da otro salto para anticipar su
muerte pero ya se da cuenta que no saldrá de aquel cuarto pues estaba previsto
que la ciudad de los espejos (o los espejismos) estaría borrada de la memoria
de los hombres cuando él terminara de descifrar pergaminos, y que todo lo que
había en ellos era irrepetible para siempre, pues las estirpes condenadas a
cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario